Características La Garnacha Perdida del Pirineo
A Cenicienta, vestida con harapos y poco cuidada, nadie le hacía caso. Sin embargo, cuando pasó por la influencia de la varita mágica, se convirtió en una princesa adorada por todo el mundo. Del mismo modo, la garnacha, una variedad tinta olvidada e incluso despreciada durante años, cuando se ha vestido con sus mejores prendas se ha convertido en la reina de la fiesta. Y sino que se lo digan a Raúl Acha, un viticultor que en su empeño por recuperar esta variedad que en el pasado era muy común alrededor del río Ebro, con el respaldo del grupo vinícola Vintae, crea Proyecto Garnachas y presenta una colección de vinos monovarietales de diferentes puntos de España como Calatayud, Ribera del Queiles y Priorat
En el caso de La Garnacha Perdida del Pirineo se trata de una garnacha que se encuentra en el extremo norte de la provincia de Zaragoza (Aragón). Cepas plantadas en 1999 sobre suelo arcillo calcáreo y ubicadas a 800 metros de altitud que se encuentran rodeadas de bosque típico mediterráneo y en laderas orientadas al sureste. En el viñedo se trabaja en ecológico y los rendimientos son muy bajos (entre 2.000 y 3.000 kilogramos por hectárea). Una vez la uva está madura, se vendimia manualmente y se traslada inmediatamente a la bodega. Allí las uvas seleccionadas y despalilladas fermentan en depósitos de acero inoxidable a temperatura controlada y después, realizan la maloláctica en barrica de roble francés, donde el vino permanece durante 12 meses antes de ser embotellado.
Tal y como describe el propio nombre del vino, La Garnacha Perdida del Pirineo es fruto de la garnacha más atlántica de un proyecto que reivindica el valor de una uva que por su baja productividad y su dificultad de trabajar no se le ha dado el protagonismo que se merece. Una auténtica cenicienta en el mundo del vino.



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